El Cuerpo de
Ingenieros del Ejército
de EU:
un recurso
científico vital
por Pamela Lowry
“Tenemos que levantarnos temprano,
porque contamos con un gran territorio;
tenemos que talar bosques, cavar canales
y construir ferrocarriles por todo el país”.
—Comentario de un cadete de West Point
a un visitante extranjero en 1854.
Todos los militares invitados al
espléndido banquete en el hotel
Robert de París portaban armas, y
muchos de los civiles escondían pistolas
entre su ropa de gala. El cuartel general del
Cuerpo de Granaderos británico de lord
Hill estaba justo al otro lado de la calle, y
cabía la posibilidad de que surgieran problemas.
Era el 8 de enero de 1816, y un
grupo de estadounidenses, al que se
unieron simpatizantes franceses, prusianos,
austríacos y rusos, estaba por desafiar a la fuerza de ocupación
británica en París.
En la secuela de la derrota definitiva de Napoleón en Waterloo, las
potencias aliadas de Europa habían ocupado París y reinstalado a la
monarquía borbónica. Las coronas europeas suspiraron de alivio
porque el Terror francés y las guerras napoleónicas habían destruido o
silenciado a buena parte de la facción pro estadounidense en Europa.
Los oficiales británicos, inflamados por la victoria, habían desdeñado
con insolencia a los franceses conquistados. El duque de Wellington
hasta se adueñó del palco del rey en la ópera de París, pero tuvo que
retirarse en medio de una lluvia de abucheos y silbidos.
Los británicos también se mofaban de los estadounidenses, con
quienes acababan de librar la guerra de 1812, en un intento frustrado
por reconquistar sus colonias perdidas. Para resarcir su orgullo
herido, los regimientos que estuvieron en 1814 con los derrotados
Ross y Cockburn en Bladensburg, Maryland, celebraron el primer
aniversario del incendio de Washington por los británicos con un
banquete en París el 24 de agosto de 1815.
El coronel Winfield Scott, quien había peleado con heroismo en
la frontera norte estadounidense durante la guerra, respondió al
insulto organizando el banquete del hotel Robert, al que asistieron
muchos de los otrora aliados de los británicos en la lucha contra
Napoleón, para conmemorar la victoria de Estados Unidos en la
batalla de Nueva Orleans.
Había dos jóvenes oficiales del Ejército estadounidense en ese
banquete, ambos veteranos de la guerra de 1812, quienes estaban en
París en cumplimiento de una misión crucial para el futuro
de EU: Sylvanus Thayer y William McRee, enviados a
rescatar la ciencia y tecnología que había desarrollado la
facción republicana francesa, para llevarlas de vuelta a
América. Ahora que el Imperio británico podía quitar su
atención de Napoleón e intentar arruinar de nuevo a la
América independiente, sería desesperadamente necesario
desarrollar el país.
De hecho, en cuanto acabó la guerra Gran Bretaña
empezó a inundar a EU de manufacturas al costo para
suprimir el surgimiento de nuevas industrias de EU. Esta
política no era más que una continuación de lo que los
estadounidense habían enfrentado durante la colonia, cuando les prohibían
construir fundidoras de hierro o cualquier otra manufactura
que compitiera con las de la “madre patria”.
Lo que EU necesitaba para desarrollar su capacidad productiva —
tanto industrial como agrícola— era infraestructura de transporte,
pero la nueva nación sólo tenía algunos ingenieros autodidactas.
Ninguna escuela estadounidense podía enseñar las capacidades científicas
y técnicas requeridas para emprender un programa de mejoras
internas a gran escala.
A la principal escuela de ingeniería del mundo, la École
Polytechnique de París, que fundaron republicanos franceses en
1794, ya la habían cercenado con Napoleón, y ahora enfrentaba la
destrucción de su plan de estudios básico con el régimen aliado a los
conquistadores británicos. De poder rescatar sus libros, modelos de
construcción, e incluso a algunos de sus graduados y profesores en
las propias narices del ejército de ocupación, y llevarlos a la nueva
Academia Militar de West Point, entonces EU tendría una oportunidad
de enfrentar la oposición feudalista antidesarrollo que estaba
organizada ahora en su contra.
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El Cuerpo de
Ingenieros de
EU construye un
puente sobre el
río Nanton en
Corea en 1950.
Ésta es la clase
de capacidades
que necesitamos
hoy para la
reconstrucción
económica
mundial. (Foto:
Cuerpo de
Ingenieros del
Ejército de EU). |
La invaluable École Polytechnique
A. Thayer y McRee los habían despachado a Francia el presidente
James Madison y el secretario de Guerra James Monroe. Thayer
llevaba una carta de presentación para el general Lafayette, quien se
había hecho buen amigo de Monroe durante la Revolución
Americana. Más tarde, cuando Monroe fue embajador de EU en
Francia, él y su esposa ayudaron a salvar de la guillotina a
Adrienne, la esposa de Lafayette, durante el Terror, y cuidaron de
ella hasta que recuperó la salud. En 1802 Monroe regresó a
Francia a participar en las negociaciones con Napoleón para la
compra de Luisiana. Así, estaba familiarizado con la École
Polytechnique y los círculos de Benjamín Franklin en Francia,
conocidos como la “facción americana”.
Las fuerzas pro estadounidenses que quedaron en Francia estaban
bajo un tupido ataque. Cuando Lafayette pensó en contender
para diputado de la nueva Asamblea, las naciones aliadas vencedoras
le dijeron al Colegio Electoral que si semejante cosa llegaba
a ocurrir, acuartelarían a 20.000 tropas prusianas adicionales
en el distrito de Lafayette.
La acosada facción americana ya había emprendido antes una
operación de rescate, que culminó con la fundación de la École
Polytechnique. Cuando Lafayette y los círculos de Franklin
comenzaron la Revolución Francesa e intentaron establecer una
monarquía constitucional, los británicos reaccionaron con una
furia desesperada. El Imperio Británico estaba empeñado en que
no existiera nunca una república como la estadounidense,
monárquica o no, en Europa.
Por ello le ordenaron a sus
agentes Danton y Marat
desbaratar la revolución, y lo
que eligieron como instrumento,
el Terror jacobino,
acabó con gran parte de
los cuerpos de oficiales
franceses que habían participado
en la Revolución
Americana, incluso con los
que tanto contribuyeron a la
victoria estadounidense en
Yorktown. Pero eso no
bastaba.
En 1793 el Comité de
Instrucción Pública de
Francia suprimió todas las
academias, incluso la
mundialmente reconocida
Academia de Ciencias que
fundó Jean–Baptiste Colbert
en 1666. Marat atacó la
teoría de la electricidad de
Franklin y a la “aristocracia
del conocimiento” que la
había formulado. También se aprobó la “ley de los Sospechosos” en
1793, que proclamaba que debía encausarse a los aristócratas científicos
igual que a los de nacimiento. Así, la guillotina acabó con
muchos del círculo científico de Franklin, entre ellos el alcalde de
París y lugarteniente de Lafayette, Jean Bailly; el duque de La
Rochefoucauld, ex secretario de Franklin; y el químico Antoine
Lavoisier.
Tan pronto como triunfó la reacción termidoreana de 1794 contra
el reinado del Terror, los sobrevivientes de la facción americana
Lázaro Carnot y Gaspard Monge asumieron la dirección del
Comité de Salvación Pública y fundaron la École Polytechnique.
La escuela se fundó para educar a ingenieros, difundir los valores
republicanos entre la población, y motivar talentos que impulsaran
la ciencia. Monge, quien devino en el corazón y el alma de la
École, fundó su estructura y plan de estudios en la educación que
recibió en la gran Orden Oratoriana humanista, y en las escuelas
científicas fundadas directamente por Benjamín Franklin y sus
colegas, cuando Franklin era el representante de EU en París.
Los alumnos de la École se dividían en pequeñas secciones, y
los más avanzados podían experimentar y ampliar sus conocimientos
enseñándole a los más jóvenes como ayudantes de los profesores.
La materia más importante era la geometría. Monge la
enseñaba, no como un conjunto fijo de axiomas, sino como un
medio para educar las mentes de los estudiantes mostrándoles la
congruencia entre el universo físico y la forma en que funcionan
sus propias mentes. Por tanto, eso les permitía abordar de forma
correcta cualquier problema científico o tecnológico.
Monge escribió un libro de geometría descriptiva para sus
alumnos, que les permitía representar objetos tridimensionales en
un plano bidimensional. Era una herramienta para alcanzar niveles
tecnológicos superiores de desarrollo, y Monge escribió al
respecto en su tratado: “Era un lenguaje necesario para el hombre
de genio que concibe un proyecto, para quienes tienen que dirigir
su realización, y, por último, para los artesanos que tienen que
completar sus aspectos específicos”. Para los 1820 los estadounidenses
ya aplicaban este principio al problema de fabricar
partes intercambiables para armamentos y máquinas.
Un hallazgo para
West Point
Aunque para cuando llegaron
a París ya habían cerrado a la
École, Thayer y McRee
pudieron hablar con muchos de
sus profesores usando sus cartas
de presentación con lo que
quedaba de las redes pro estadounidenses.
Es posible que
pudieron hablar con Carnot
antes de que lo exiliaran a Suiza,
y con Monge, quien seguía en
París. Sus diarios indican que
hablaron con un profesor de
geometría descriptiva, al que no
identifican, quien les consiguió
modelos arquitectónicos.
Thayer compró más de mil
libros para la biblioteca de West
Point, incluyendo muchos de
los que se usaban en la École.
También consiguió mapas
topográficos y modelos de fortificaciones.
Y, lo más importante,
reclutaron al graduado de la École Simon Bernard para dirigir
la construcción de fortificaciones costeras en EU, y el profesor
Claudius Crozet aceptó enseñar ingeniería y geometría descriptiva
en West Point.
Mientras Thayer estaba aún en París, lo escogieron como el
nuevo superintendente de West Point. Thayer fue de los primeros
graduados de la Academia, y había vivido las mismas frustraciones
que sus maestros y condiscípulos por la falta de financiamiento para
comprar libros e instrumentos científicos, y por la incongruencia de
los requisitos para sus estudiantes. Thayer decidió reorganizar a
West Point por completo siguiendo el modelo de la École, y transformarlo
en una gran escuela científica y tecnológica que difundiera
los beneficios de su educación entre la población en general.
Esta perspectiva correspondía a la de los padres fundadores,
quienes presionaron al Congreso para que estableciera una academia
militar que incluyera el estudio de la ciencia y la tecnología.
George Washington, Henry Knox, Alexander Hamilton, John
Adams, todos ellos concibieron una
academia así, pero el financiamiento
del Congreso no venía. Al fin, en 1802,
el presidente Jefferson firmó la ley de
Pacificación Militar, creando el
Cuerpo de Ingenieros “con sede en
West Point” al que se le ordenó “constituir
una academia militar”.
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La organización de West Point tomó como modelo a la École Polytechnique de Francia, con la misión de convertirse en una gran escuela científica y tecnológica que diseminaría los beneficios de su educación entre la población. Se estableció aquí al Cuerpo de Ingenieros en 1802, gracias a una ley que aprobó el presidente Jefferson. (Foto: Academia Militar de West Point). |
Jefferson abandonó su oposición
original al plan y nombró a Jonathan
Williams, el sobrino nieto de
Benjamín Franklin, jefe del Cuerpo de
Ingenieros y superintendente de West
Point. Williams, que era un científico
por derecho propio, había trabajado
con el aliado de Franklin, Caron de
Beaumarchais, canalizando los suministros
franceses —desde su base en
Nantes— al Ejército continental
durante la Revolución Americana. Ya
en West Point, Williams dotó a la biblioteca de la Academia con
los libros que Franklin le había heredado.
Williams incorporó la geometría al plan de estudios de West
Point, pero su pedido de 12 instrumentos de dibujo baratos demoró
meses. El Departamento de Guerra rechazó su petición de libros
más modernos, alegando que el conocimiento científico cambiaba
tan rápido que los libros serían obsoletos antes de llegar. Apesar de
estas frustraciones, Williams le dijo a uno de sus oficiales: Nunca
“pierdas de vista la estrella que nos guía, que no es una pequeña
escuela matemática, sinó una gran élite nacional para producir personalidades
que con el tiempo igualarán a cualquiera de Europa”.
Cuando Thayer regresó de Francia, decidió llevar a cabo esta
misión, costase lo que le costase. Estableció requisitos de
admisión para West Point, formuló un código de honor, y evaluó
a los cadetes sólo por sus méritos. Como comentó un miembro de
la Academia de la época: “West Point constituye la única
sociedad de seres humanos que he conocido en la que la posición
de un individuo depende por completo de sus propios méritos, en
tanto puedan alcanzarse sin influencia externa”.
El plan de estudios se reelaboró por completo para que correspondiera
tanto como fuera posible al de la École Polytechnique. Se
enseñaba francés desde el primer año, pues los impresos de la École
aún no se traducían al inglés. Se consideraba que las matemáticas,
incluyendo la geometría descriptiva, eran la base para obtener un
grado en ingeniería. Los grupos eran pequeños y empleaban a cadetes
instructores de los grupos avanzados para reforzar al profesorado.
Claudius Crozet se llevó un chasco cuando llegó de Francia y
trató de enseñar ingeniería. Uno de sus alumnos escribió: “Bien
puede imaginarse la sorpresa del ingeniero francés educado en la
Polytechnique cuando empezó a presentar en sus clases ciertos problemas
e instrucciones, los cuales ninguno podía comprender o ejecutar”.
Muchos cadetes apenas conocían la aritmética simple y, por
ello, Thayer instituyó un programa de matemáticas que llevaba del
álgebra, la geometría y la trigonometría, al cálculo y la ingeniería.
En el último año Crozet le enseñaba a los cadetes, echando
mano de una pizarra y a veces de un estudiante que tradujera términos
del francés, fortificación permanente y de campo, ciencia de
la artillería, grandes tácticas, y arquitectura civil y militar. En la
sección de arquitectura enseñaba la construcción de edificios, el
diseño de arcos, canales y puentes, y las máquinas usadas para
construirlos. También se aseguró de que sus estudiantes supieran la
cantidad de material, trabajo y tiempo que requería construir la
estructura. Para 1826 el curso de ingeniería incluía navegación
interior, y la construcción de carreteras,
túneles, ferrocarriles y
puertos artificiales.
El programa de West Point también
enseñaba química, y Thayer
procuró contar con el equipo suficiente
para que en el curso de física
se estudiara hidrostática, hidrodinámica,
hidráulica, neumática,
maquinaria, óptica y astronomía. El
curso de cuatro años también comprendía
la mineralogía, retórica,
moral y ciencia política, con acento
en el dibujo tanto topográfico como
clásico.
Además de enseñar, los profesores
pronto empezaron a traducir
los libros en francés, y a escribir los
suyos propios, que se usaron en
muchas otras universidades estadounidenses.
Para 1821 Crozet había publicado su Tratado de
geometría descriptiva, y presentado por primera vez en inglés el
teorema de Pascal. El cadete William Frazer le escribió orgulloso a
su hermano: “Acabamos de terminar nuestro curso este año, y ahora
estamos repasando. Llegamos hasta las proyecciones esféricas en
geometría descriptiva; es algo que no se estudia más que aquí”.
Para mostrarle a la nación lo que pasaba en el aislado West
Point, Thayer exhortó al Departamento de Guerra a establecer
una Junta de Veedores, integrada por hombres ilustres de todo el
país, quienes supervisarían los exámenes orales de los cadetes e
informarían del progreso de la escuela. También formó una banda
de música, y en el verano los cadetes marchaban elegantemente
uniformados por las ciudades y pueblos demostrando sus precisas
maniobras, para beneplácito del público.
En uno de estos viajes en 1821 visitaron al viejo promotor de
la idea de una academia militar, John Adams, en su casa en
Quincy, Massachusetts, quien les dijo: “Los felicito por la gran
superioridad que tienen para distinguirse en las letras y la ciencia,
así como en las armas… Esta superioridad es un acopio precioso
del que son responsables ante su país”.
La construcción de la nación
A los cadetes que se graduaron durante la superintendencia de
Thayer por lo general los desplegaban como oficiales a cargo de
la construcción de fuertes costeros o del dragado de puertos. Pero
Thayer y sus oficiales no consideraban que la función de los
cadetes fuera puramente militar. En 1823 Thayer le sugirió en una
carta al general Alexander Macomb que, si en un momento dado
no se requiriera de algunos de los graduados para el servicio militar,
“podría empleárseles con provecho como ingenieros civiles,
ya sea al servicio del gobierno general o al de los estados”. En
1824 el Congreso establecería una asociación cívico–militar para
desarrollar a la nación.
Ese año la Corte Suprema ordenó, en el caso Gibbons vs. Ogden,
que el gobierno federal afirmara su autoridad en el comercio interestatal,
incluyendo la navegación fluvial. Tras tomar esa decisión, el
Congreso aprobó dos propuestas que le permitieron al Cuerpo de
Ingenieros participar en la planificación y construcción de
infraestructura civil. La primera fue la ley de Estudios Topográficos
Generales, que autorizó al presidente a ordenar la proyección de
rutas para construir caminos y canales “de importancia nacional,
desde una perspectiva comercial o militar, o necesarios para transportar
el correo público”. El presidente James Monroe le asignó la
El Ferrocarril de Baltimore y Ohio en los 1830.
Miembros del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EU
construyeron presas y compuertas, canales, caminos y
ferrocarriles, incluso en otras naciones del mundo.
(Foto: clipart.com).
2a quincena de noviembre de 2005 7
tarea al Cuerpo de Ingenieros. Con la segunda, el Congreso asignó
75.000 dólares para el mejoramiento de la navegación en los ríos
Ohio y Misisipí mediante la eliminación de bancos de arena,
tocones sumergidos y otros obstáculos. Luego se enmendó la ley
para que incluyera a otros ríos importantes como el Misurí, labor
que también se le asignó al Cuerpo de Ingenieros.
En 1825 John Quincy Adams llegó a la presidencia, y el
Sistema Americano de economía política cobró su lugar. Se
emprendieron obras de infraestructura grandes y pequeñas en
cada rincón del país, forjando un sistema nacional de comunicación
y mejorando el transporte de productos terminados y semiterminados.
Estos proyectos de ingeniería para mejorar el bienestar
general también constataron que toda la nación se benefició de
las mejoras hechas en cada parte del país.
En 1826 nuevas leyes autorizaban al presidente a ordenar estudios
para limpiar y ahondar hidrovías seleccionadas, y hacer otras
mejoras fluviales y portuarias. Esto llevó al Cuerpo de Ingenieros
a emprender grandes proyectos para construir presas y compuertas
a lo largo de cientos de millas de ríos, y a idear máquinas
flotantes para remover tocones gigantes o troncos de los ríos, a las
que se conoció como las “sacamuelas del Tío Sam”.
Los ingenieros también construyeron casi cada canal de EU,
excepto el Erie y el Middlesex. También se prepararon dos estudios
hidráulicos de enorme envergadura; uno en los Grandes
Lagos y el otro en el delta del Misisipí.
En tierra, al Cuerpo le encomendó construir la Carretera
Nacional, que iba de la bahía de Chesapeake a Illinois. Como los
ferrocarriles empezaron a construirse a mediados de los 1820,
miembros del Cuerpo de Ingenieros estudiaban las rutas ferroviarias,
y el Departamento de Guerra a menudo les prestaba
ingenieros a las empresas ferroviarias al comenzar la construcción.
Así, el capitán William McNeill supervisó el estudio del ferrocarril
de Baltimore y Ohio, y el teniente George Whistler se
encargo de poner las vías. Para 1830 muchos oficiales ingenieros
tenían permiso para trabajar en los ferrocarriles.
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El Ferrocarril de Baltimore y Ohio en los 1830.
Miembros del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EU
construyeron presas y compuertas, canales, caminos y
ferrocarriles, incluso en otras naciones del mundo. (Foto: clipart.com). |
Este auge de mejoras, que llevó a forjar una identidad nacional
y una economía fuertes no le pasó desapercibido a los enemigos
inveterados de EU, quienes alentaron una suerte de populismo
conocido como la “Democracia Jacksoniana”, que recordaba de
forma escalofriante los ataques jacobinos contra la École
Polytechnique. Cuando Andrew Jackson ganó la presidencia en
1828, West Point empezó a ser blanco de ataques coordinados,
que comenzaron con discursos y artículos afirmando que en realidad
las empresas de las milicias locales eran todo lo que el país
necesitaba para defenderse, y no a esos cadetes pretenciosos de la
Academia Militar. El congresista Davy Crockett, quien se había
montado en la victoria de Jackson, le propuso al Congreso eliminar
a West Point. Otros ataques cobraron la forma de propuestas
para el “control local” de las mejoras, lo cual eliminaría el
enfoque de planificación nacional del Cuerpo.
El luego presidente Martin Van Buren combatió a capa y
espada a John Quincy Adams en cuanto a la función del gobierno
federal en las mejoras internas, y propuso una enmienda
constitucional en 1825 que hubiera impedido su patrocinio para la
construcción de obras públicas. La justificación era que las leyes
de desarrollo eran “desiguales e injustas”, porque el dinero de un
estado se usaba para beneficiar a otros estados.
Para mediados de los 1830 la retórica populista había cobrado
tal impulso, que muchos estados retuvieron el superávit fiscal
federal que normalmente le pasaban a sus universidades privadas,
aunque había una tradición de apoyo de los estados a estas instituciones.
EU sufrió una mala racha económica con el “pánico” de
1837, en gran medida porque el presidente Jackson se rehusó a
reconstituir el Banco de EU, y despidió al secretario del Tesoro
McLane por negarse a transferir los fondos a sus “bancos
favoritos” a nivel estatal.
Jackson encontró en Roger Taney un secretario del Tesoro más
dócil para hacer el trabajo sucio, al mudarlo de su cargo como
procurador general. El Senado estaba tan furioso con esta movida,
que se rehusó a ratificar el nombramiento de Taney como
magistrado de la Corte Suprema en 1835. Pero el Senado cambió
lo suficiente al año siguiente como para permitir su nombramiento
como presidente del tribunal supremo.
Jackson también vetó la propuesta carretera de Maysville, alegando
que todo el camino quedaba dentro de Kentucky, y que por
eso no podía calificar como un proyecto nacional. Jackson fue
más cuidadoso en cuanto a la función del Cuerpo de Ingenieros,
pues las mejoras internas eran populares, y el propio Jackson
había elogiado a West Point como una buena escuela y dos de sus
sobrinos se habían graduado de ella. Pero una y otra vez desafió
al superintendente Thayer, al reincorporar a cadetes expulsado de
la Academia por violaciones al código o problemas académicos.
Thayer no mordió el anzuelo, y dijo: “Puede que este proceder
termine por acarrear mi destitución, pero entre tanto habré hecho
algún bien y cumplido con mi deber”. Al final la objeción a su
autoridad como superintendente se volvió tan grave, que mandó
a la Casa Blanca al capitán Ethan Allen Hitchcock, su comandante
de cadetes, para ver qué podía hacerse. El presidente
Jackson le gritó a Hitchcock: “¡Sylvanus Thayer es un tirano! El
autócrata de las Rusias no podría ejercer más poder”.
La tradición del Cuerpo de Ingenieros se difunde
El 19 de enero de 1833 Thayer escribió su carta de renuncia
como superintendente para salvar a la institución de la furia de
Jackson. Sólo fue cuestión de tiempo para que se revocara la ley
de Estudios Topográficos (como ocurrió en 1838), y el Congreso
aprobó leyes negándole a los oficiales del Ejército licencia para
trabajar con empresas privadas tales como los ferrocarriles.
Sin embargo, el cimiento que Thayer había sentado para el
Cuerpo de Ingenieros perduró. Muchos oficiales ingenieros renunciaron
al Ejército y siguieron trabajando en el desarrollo de la
infraestructura de EU, en especial sus ferrocarriles. Otros, que siguieron
en el Cuerpo, completaron obras en las costas, ríos y lagos de
EU. Algunos incluso construyeron ferrocarriles en países como
Rusia y Egipto, o en las repúblicas florecientes de América Central
y del Sur. Antes de la Guerra civil, miembros del Cuerpo trazaron
las cuatro rutas alternas del Ferrocarril Trascontinental.
Nacieron otras escuelas de ingeniería, entre ellas una fundada por
Thayer en Dartmouth, y muchas echaron mano de los libros y profesores
de West Point. El secretario de Guerra Porter dijo en 1828:
“La Academia Militar está esparciendo los frutos de su ciencia… no
sólo al resto del ejército, sino a la juventud de nuestro país en general,
y el intercambio de la ciencia teórica de esta escuela nacional con
la destreza práctica y el juicio de nuestros ingenieros civiles, que
ahora corren por todo EU, pronto proveerá a cada parte del país con
los profesores más consumados de cada rama de la ingeniería civil”.
Conforme la Guerra Civil estadounidense se acercaba, impulsada
por las fuerzas que querían destruir las mejoras internas y la
soberanía nacional por cualquier medio posible, aún era válido que
casi todos los proyectos de infraestructural los había planificado o
emprendido un ingeniero educado en West Point. Una comisión
del Congreso declaró, después de enumerar algunos de estos beneficios:
“Éstos son algunos de los monumentos perdurables de la
utilidad de la Academia Militar, y de los beneficios que ha rendido
por el cuidado, tiempo y dinero que se le ha dedicado”.
—Traducción de Manuel Hidalgo.
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