Internacional
El LYM empuja el ‘doble juicio’ contra Cheney y Bush
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El LYM canta el 13 de noviembre a favor del doble juicio contra Cheney y Bush en Washington, D.C. Su combinación de canto clásico y activismo político los hace únicos en el ambiente político. (Foto: Joe Smalley/EIRNS). |
por Niko Paulson, miembro del LYM
En la semana del 13 de noviembre en Washington, D.C., en la secuela inmediata del radical cambio de poder en el Congreso de Estados Unidos que trajeron consigo las elecciones del 7 de noviembre, Lyndon LaRouche y su Movimiento de Juventudes Larouchistas (LYM) dieron los primeros pasos en la batalla por sentar las ideas que regirán las acciones del Congreso entrante; el primer flanco fue el enjuiciamiento de Bush y Cheney.
Por primera vez en 12 años el Partido Demócrata es mayoría en ambas cámaras del Congreso; sin embargo, esa victoria no fue del todo obra suya. De cara a las elecciones intermedias, el Partido Demócrata se fió más que nada del desdén por el gobierno y sus políticas que ya imperaba entre la población. En vez de ofrecer un programa positivo que le diera liderato a sus sufridos y desesperados electores, los demócratas decidieron en cambio presentar la elección como un mero referéndum contra el Gobierno de Bush. De este modo, el triunfo aplastante en la Cámara de Representantes y el muy cerrado en el Senado, hubieran sido mucho más impresionantes de haberse proporcionado la conducción política apropiada. Como ocurrió, el estrecho margen de victoria en muchos distritos pudo significar una derrota total, de no haber sido por la labor organizativa del LYM, que se concentró en generar la actividad política de los jóvenes por todo el país, en especial en los casos decisivos de Michigan, Ohio y Misurí.
Tras esta elección tan innecesariamente cerrada, los demócratas optaron por la etiqueta en vez de la verdad, y muchos hablaron como necios de bipartidismo y reconciliación con el fascista Gobierno de Bush y Cheney. Digna de mención fue la declaración de Nancy Pelosi, futura presidenta de la Cámara de Representantes, de que “el juicio político no estaba sobre el tapete”. El Gobierno de Bush, sin miramiento alguno por la ambilidad bipartidista de los demócratas, anunció un programa legislativo agresivo para la última sesión del Congreso, a fin de imponer iniciativas de ley y nominaciones a cargos mientras los republicanos todavía sean mayoría.
Teniendo en cuenta el hecho de que en los últimos seis años muchos congresistas demócratas, tanto de la Cámara de Representantes como del Senado, han realizado amplias investigaciones y documentado muchas de las violaciones a la Constitución estadounidense perpetradas por Bush y Cheney, la antedicha estrategia electoral y su subsiguiente posición pública rayan en una sofistería que pone en peligro la nación.
En este ambiente, el presidente Bush dio una conferencia de prensa poselectoral el 8 de noviembre, en la que se comportó como un loco de atar, al ir hasta el extremo de preguntarle a los presentes: “¿Piensan que estoy loco?” (en el rostro de los periodistas se leía “Sí”). En respuesta a estos arranques sicóticos de Bush, LaRouche emitió la declaración “Bush entona el canto del cisne” (ver Resumen ejecutivo de la 2a quincena de noviembre de 2006), en donde identifica la amenaza sistémica que plantea el derrumbe inminente del sistema internacional del dólar, junto con la locura absoluta del presidente Bush. LaRouche concluye advirtiendo: “Enjuicien a ese par peor que inútil de Bush y Cheney, mientras todavía tengamos una nación que exista para perdonarlos por lo que han hecho. Amablemente déjenlos que se vayan; que se vayan de una manera humana, pero ‘humana’ significa que tienen que irse, y pronto, por el bien de nuestra nación, y de toda la humanidad también. A aquellos que no tienen las agallas políticas para darles esa despedida no debiera tratárseles como líderes en EUA”.
Volantes y canto
Desde el 12 de noviembre, armado con la tajante declaración de LaRouche, el LYM organizó en la capital estadounidense una semana de acción con la misión de vencer la sofistería que debilita el avance político y establecer la necesidad de entablar un “doble juicio político”, para que sea el primer orden del día del nuevo Congreso.
En preparación para la videoconferencia internacional de LaRouche del 16 de noviembre (ver artículo de tapa), el LYM organizó en el Capitolio intervenciones corales como inauguración de la campaña por el juicio político. El primer día hubo dos “mítines corales” en las entradas más concurridas tanto de la Cámara de Representantes como del Senado, en las que dos coros de treinta jóvenes cada uno cantaron Bach y cánones políticos dedicados a la destitución de Cheney y Bush. Ambos coros estuvieron flanqueados por mantas gigantes que rezaban: “Demócratas, no sean eunucos; retomen lo del enjuiciamiento de Bush y Cheney”. Todo el que iba al Congreso esa mañana se topó con el despliegue del LYM, y miles de volantes entraron a las oficinas congresionales.
Durante las tardes a todo lo largo de esa semana, los aproximadamente 70 miembros del LYM se apostaron a las entradas de las estaciones del metro más concurridas cerca de la Casa Blanca o el Departamento de Estado; los coros y organizadores saludaban a los transeuntes con Bach y la necesidad política. En total se distribuyeron 40.000 volantes esa semana.
En el Congreso
Los dos primeros días de la semana el LYM repartió el volante “Bush entona el canto del cisne” en las 435 oficinas de la Cámara de Representantes y las 100 del Senado. En ese lapso sostuvo más de 60 reuniones con funcionarios del Congreso y congresistas, enfocadas en el doble juicio político. El LYM también llegó a las oficinas de todas las comisiones a las que les tocará de manera más directa entablar el enjuiciamiento y la investigación de los crímenes del Gobierno de Bush y Cheney.
El intercambio típico era:
LYM: ¿Ya se enteraron de la nueva iniciativa de ley?
Funcionario: ¿Qué iniciativa?
LYM: La del doble juicio político.
Eso daba pie al debate.
La respuesta general de muchos de los miembros del personal en las oficinas demócratas fue de aceptación del doble juicio político, pero oficialmente se aferraban de manera dogmática a la línea de Pelosi, alegando que dicho juicio pondría en peligro el futuro de los demócratas en las elecciones del 2008, o soltaban una letanía de otras excusas de por qué era poco político en estos momentos demandar de forma abierta una cosa así.
No obstante, en muchos casos se lograba una reacción más sensata cuando los organizadores del LYM cambiaban el tema de discusión al de la economía, principalmente sobre si los congresistas confiarían en que el Gobierno de Bush y Cheney bregará con la estallido financiero en el sector automotriz y otros parecidos. En particular, los demócratas saben que han sido negligentes al desatender los asuntos económicos de vida o muerte, y todavía no se hacen a la idea de que ahora tienen el poder de emitir leyes y no sólo de hacer propuestas vanas. También fue evidente en muchas oficinas que el LYM y LaRouche fueron recibidos con mucha más seriedad, ahora que la mayoría demócrata tiene la responsabilidad de actuar.
El efecto acumulado pretendido del despliegue del LYM en el Capitolio, tanto entre los republicanos como entre los demócratas, era que entendieran la premisa de los argumentos o la rechazaran por completo, efecto que estableció y luego amplió en el Congreso un proceso de diálogo serio en torno al juicio político y la economía.
Otro aspecto de la labor de proselitismo fue visitar las embajadas, de las que se invitó a 58 a participar en la videoconferencia. Varias incluso expresaron su gratitud a Larouche. Ese 16 de noviembre LaRouche explicó los principios culturales necesarios de su estrategia de largo plazo, y al comenzar su videoconferencia dio una demostración de los rudimentos de dichos principios mediante la interpretación del motete de Bach, Jesu, meine Freude, en las voces del coro del LYM.
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