Internacional
BAE es el cabo suelto más
grande del mundo, dice LaRouche
El economista
y estadista estadounidense Lyndon LaRouche culminó una serie de
intervenciones estratégicas clave en el mundo, con una charla
internacional ante centenares de personas en Washington el 21 de junio, que se
difundió por larouchepac.com,
donde aún está disponible la videograbación. En su
presentación, LaRouche instó a los mexicanos a honrar la memoria
de José López Portillo (ver
recuadro).
La intensa actividad de LaRouche
empezó con una ponencia que envió a la conferencia internacional
que coauspició el Gobierno de Rusia sobre “Un vínculo de
transporte eurasiático–americano transcontinental vía el
estrecho de Bering”, realizada en Moscú el 24 de abril. Luego
siguió una visita personal del mismo LaRouche a la capital rusa el 15 y16
de mayo, donde, entre otras cosas, habló en la prestigiosa Academia de
Ciencias rusa. Dos semanas después viajó a
Roma, donde testificó ante la Comisión de Defensa del Senado de
Italia el 5 de junio y participó en un foro con varias personalidades. Luego, el 14 de junio, sostuvo un diálogo
público vía internet con dirigentes sindicales iberoamericanos.
El Dick Cheney de
Hitler
La febril actividad de LaRouche
obedece al hecho de que, como evidencia el escándalo de BAE, hemos
llegado a un momento en que, o cae el sistema angloholandés de la
globalización, del Imperio Británico, o se consolida como el
único poder mundial y sume al planeta en una edad oscura.
“Ésa es la situación en la que nos encontramos”, dijo
LaRouche desde Washington el 21 de junio. “Hemos llegado al final de un
período histórico, y la crisis de BAE lo expresa; no lo encarna,
pero lo expresa”.
El escándalo
de armas por petróleo estalló cuando la BBC de Londres y el diario
londinense Guardian revelaron que Tony Blair había ordenado suspender una
investigación sobre 2.000 mil millones de dólares en sobornos que
la empresa británica BAE le pagó al príncipe Bandar, el ex
embajador de Arabia Saudita en Estados Unidos, para que su país le
comprara armamento. Pero lo de BAE va mucho más allá de una vil
coima a un aristócrata árabe, como detallamos en el
artículo que aparece a continuación, e involucra el financiamiento
de los muyahidines contra la antigua Unión Soviética en
Afganistán, siendo uno de ellos Osama bin Laden y su al Qáeda; al
finado dictador chileno Augusto Pinochet; y al vicepresidente estadounidense
Dick Cheney. Fueron BAE y quienes están detrás de ella los que
armaron las tres guerras del Golfo: la de Bush padre, la de Bush hijo y la de
Iraq contra Irán, cuando los británicos y sus cómplices les
vendieron armas a ambos bandos. Como le dijo un militar británico a un
corresponsal de esta publicación: “Mi estimado, usted tiene que
entender que así fue como creamos al Imperio
Británico”.
El escándalo
de BAE confirma lo que esta publicación viene denunciando desde hace
tiempo en estudios tales como “La caída venidera de la Casa de
Windsor” (ver Resumen
ejecutivo de octubre–noviembre de
1994) y “El imperio ‘invisible’ de la Gran Bretaña
suelta la jauría” (ver Resumen
ejecutivo de septiembre de
1997).
Lo de BAE “no es la causa del
problema, es un síntoma”, dijo LaRouche. “Con el cambio en el
sistema que se estableció con la elección de este George W. Bush
hijo, que ni a persona llega, y de su guardamono, el Vicepresidente, al mundo lo
rige cada vez más lo que está detrás de BAE. A BAE, de
hecho, se le conoce mejor como el Imperio Británico; algunos
dirían, ‘Imperio
Brutánico’.
“No todos en
Inglaterra son culpables de esto. Muchos de ellos, incluso británicos que
creen en el sistema imperial, en el Imperio Británico o lo que sea,
piensan que lo que BAE está haciendo ahora es una locura”.
También saben “que la patraña del calentamiento global es un
fraude; saben que es totalmente anticientífico y que no podría
vendérsele a una sociedad en la cual la ciencia todavía fuera una
materia conocida para la mayoría de la gente de esa
generación”. Y es porque saben que lo que pretende el Gobierno de
Blair y sus colaboradores en Gran Bretaña, y su amigo Cheney en Estados
Unidos es una locura, que decidieron destapar este escándalo a
través de la BBC y el Guardian de Londres.
El príncipe Bandar de Arabia Saudita y la ex primera ministra británica Margaret Thatcher son dos de los protagonistas del escándalo de lavado de dinero de armas por petróleo en el que está implicada la empresa británica BAE. (Foto: videograbación del programa Panorama del 11 de junio).
El sistema que rige al mundo es
el del 11–S, añadió LaRouche. Éste existía aun
antes del ataque contra las Torres Gemelas. Recuerden “la advertencia que
yo emití, aun antes de la primera toma de posesión de George W.
Bush en enero de 2001, cuando dije: ‘El sistema mundial ha llegado a un
punto en el que está en marcha un derrumbe del sistema que arremete. No
podemos determinar exactamente cuándo o cómo ocurrirá, pero
sabemos dos cosas. Número uno, sabemos que este Presidente y su Gobierno
no podrán abordar esta crisis. Por
tanto, podemos esperar que se someta al
mundo entero a algo como lo que experimentamos en febrero de 1933, cuando
Hermann Göring, el hombre detrás del trono, el Dick Cheney del
Gobierno de Hitler, urdió el incendio del Reichstag como un incidente
terrorista. Y ese incidente te-rrorista se usó esa noche o al día
siguiente para darle a Hitler poderes dictatoriales, los cuales no perdió
sino hasta su muerte’.
“Y
entonces dije que el peligro era que, de seguir las tendencias presentes, ocurriría algo así en Estados Unidos; y ocurrió. Se le llamó
11–S”.
LaRouche dijo que sabemos
que sólo hay un medio con el que podría urdirse algo como lo del
11–S, un complejo finaciero con eje en la identidad de
BAE.
Recordó que Hitler, al igual que
Mussolini, llegó al poder con el apoyo de gente de Gran Bretaña y
EU. Esa gente, que quiere destruir la tradición republicana de EU y
regresarlo al Imperio Británico, “iba con la misma intención
que ahora con el calentamiento global. Entonces lo llamaban
‘eugenesia’. Eliminar el exceso de población, y en particular
la que tuviera la tez de un color que no te gustara, que no estuviera lo
suficientemente blanqueada. La eugenesia era un programa de asesinato.
Ése fue el programa en el que se fundó el partido nazi, la
eugenesia, que es lo mismo que el calentamiento global, exactamente la misma
ideología, refrita con un nombre
nuevo, pero con la misma
intención.
“Lo que vemos hoy con
BAE es la estructura corporativa heredada de la Compañía de las
Indias Orientales británica —la Compañía de las
Indias Orientales angloholandesa— que creó al Imperio
Británico y, por años, cuando la monarquía era apenas uno
de sus apéndices, la Compañía de las Indias Orientales
angloholandesa, los liberales, a través de la banca, controlaban todo el
Imperio Británico. La ocupación de India por el Imperio
Británico la llevó a cabo una empresa
privada: la Compañía de las
Indias Orientales británica”. Igual China, que fue destruida por el
tráfico de opio de la Compañía de las Indias Orientales
británica.
EU ha representado el
único obstáculo serio contra este sistema desde 1763, y por eso
quieren destruir la tradición de la Revolución Americana. De
allí que los británicos y sus cómplices en EU urdieran las
dos guerras mundiales y la llamada Guerra Fría, para impedir que naciones
como Alemania, Japón y Rusia siguieran el Sistema Americano, como ya
habían empezado a hacerlo fundados en los escritos del economista Henry
C. Carey, dijo.
‘¡El presidente López Portillo es un héroe de México!’
Lyndon LaRouche dio la siguiente respuesta el
21 de junio, durante una ciberconferencia internacional, a una joven larouchista
de México. Ella preguntó cómo vincular algo de importancia
estratégica internacional, como el escándalo de BAE, con los
intereses de los partidos, por ejemplo, que se la pasan ocupados con
pequeños asuntos locales o que son sólo efectos de una
política oligárquica perversa; cómo elevar el nivel de la
pelea.
El Papa y yo tenemos un
problema; tenemos el mismo problema. Remóntense a 1982, la primavera a
octubre de 1982, porque ahí está la respuesta al lado mexicano de
las cosas. Acuérdense que tuvimos la guerra de las Malvinas, que azuzaron
intereses británicos por medio del entonces Secretario de Defensa en
Washington. Yo me oponía a esto. Era una violación de las
obligaciones de nuestros tratados y de nuestra política nacional; era una
política pro británica, y no podía entusiasmarnos mucho que
digamos. Yo me metí en muchos problemas por eso. Pero también mi
postura al respecto, al abordar la cuestión de Argentina, las Malvinas y
demás, y la participación británica en ese momento, me
llevaron de nuevo a México, donde no era ningún desconocido en ese
tiempo. [José] López Portillo, quien llevaba cierto tiempo como
presidente en ese entonces, me conocía muy bien. Así que en el
transcurso de mi visita a México me reuní con el presidente
López Portillo en Los Pinos, y él me pidió mi
opinión sobre los problemas que México enfrentaba en ese momento.
Y yo le dije: “Bueno, señor Presidente, ellos pretenden destruir a
su país más o menos para septiembre de este
año”.
A consecuencia de esa
conversación, a la que siguió una conferencia de prensa que di en
la casa presidencial, organizamos una ofensiva. Yo me comprometí a
escribir un documento que esbozara una solución a la situación,
que estableciera que hacerle esto a México —lo que tramaban
hacer— iba en contra de los intereses históricos de Estados Unidos.
Por tanto, escribí algo que se llama Operación
Juárez. Y, de cierta forma, Operación
Juárez se anticipa a lo que
recientemente se ha propuesto como un nuevo orden bancario en cooperación
con los Estados al sur del Hemisferio.
Cuando
esta operación golpeó a México, como sabía que lo
haría, lo hizo más o menos cuando publiqué este documento,
a partir de agosto [de 1982]. De modo que López Portillo tomó las
medidas que recomendé para que México se defendiera de esta
intentona por destruirlo. Esto continuó hasta el grado que ya se
había destruido al país, con ayuda de Henry Kissinger, quien fue
enviado allí como un emisario del Gobierno estadounidense. Y López
Portillo, como Presidente de México, dio un discurso en las Naciones
Unidas en octubre, y quienquiera que sea un patriota, en cualquier parte en las
inmediaciones del Hemisferio Occidental hoy, debe escuchar este discurso como el
ejemplo de un patriota cuya nación acaba de ser destruida por
órdenes, que se irguió como hombre, como presidente, para defender
el honor de su país.
Ahora bien, la
consecuencia de los golpes aplastantes que le dieron a él, y a mí
y a otros, y de la gran corrupción que siguió, es que nadie en
México que esté en una posición de poder ha tenido las
agallas, hasta la fecha, de defender los intereses del país. No porque
los mexicanos sean cobardes —no se jactan de ser cobardes, o no como los
conocí—, sino porque no vieron esperanza alguna. Vieron a personas
que debieron haber defendido al país, traicionarlo una y otra vez, por
órdenes que venían de Londres y del norte, del gran amigo del
Norte; de nosotros.
El problema aquí
es entender el principio de la inmortalidad. . . y es que cuando
abandonamos la defensa de los principios, lo perdemos todo. Y cuando
desdeñamos a un héroe en una posición de poder, que se
paró como un héroe en defensa de su nación, para hablar por
el honor de su nación en un momento de gran desgracia, que no les
sorprenda que la gente menuda que le siga no se alce y pelee. La cura para esto
es que tenemos que decir, como lo he hecho en varias ocasiones, en el caso de
López Portillo: “¡El
presidente López Portillo es un héroe de
México!” Y si no lo defiendes,
y a su honor, no estás defendiendo a México. Porque sin ese
compromiso, los mexicanos se han traicionado a sí mismos, porque
reaccionan con indiferencia al gran crimen cometido contra su país y su
pueblo.
Ahora bien, si no pelean, eso es una
cosa, pero no escupan a sus
héroes. Cuando escupen a sus propios
héroes nacionales, se escupen a sí mismos y escupen el futuro de
sus hijos. Por tanto, se le debe honor a López Portilo por lo que
combatió hasta el último aliento. Y pretendieron asesinarlo
después de eso, ¿sabían? Vivió, pero pretendían
matarlo, y ahora también quieren matar a su hijo. Así que
ésa es la clase de situación que
tenemos.
Si decimos eso, si lo entendemos, si
lo reconocemos, entonces les damos valor a los mexicanos. Pero cuando se les
induce a escupir a su propio héroe, ¿cómo pueden encontrar el
honor y la fortaleza para luchar por sí mismos?
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