‘Haz prosperar a tu vecino'
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El finado presidente mexicano José López Portillo abogó por el nuevo orden monetario mundial y el desarrollo económico a gran escala propuestos por Lyndon LaRouche, en un discurso que dio en la ONU en 1982. (Foto: Philip Ulanowsky). |
A continuación reproducimos la declaración política
que emitió el comité de acción política de Lyndon
LaRouche, LaRouche PAC, el 9 de abril de 2005, sobre las pautas que deben
guiar las relaciones entre México y Estados Unidos.
A menos de dos años a partir de hoy, el 1 de diciembre de 2006
deberá prestar juramento el próximo Presidente de México.
Las próximas elecciones de ese país presentan la oportunidad para
que:
a) los mexicanos revivan un sentido de verdadero nacionalismo, y vuelvan a
tomar las riendas del destino de su país, ahora en la tenaza mortal que
los banqueros sinarquistas ejercen sobre esa nación; y que
b) Estados Unidos establezca pautas que ayuden a que éste, nuestro
vecino más cercano, prospere y se desarrolle, y así regresar a
nuestra más noble tradición de política exterior: la de
John Quincy Adams, Abraham Lincoln y Franklin Delano Roosevelt.
¿Cómo deben ver a México los estadounidenses y su
Gobierno en este momento de desintegración financiera mundial, cuando la
deuda externa real de México, de unos de 250 mil millones de
dólares, amenaza con estallar en cualquier momento? ¿Cómo
debemos ver a los 10 millones de mexicanos que ahora viven en EU (junto con los
otros 12 millones de mexicanos de segunda generación que viven
aquí), quienes fueron obligados a salir de su propio país como
refugiados económicos a resultas de la locura del “libre
comercio” del FMI y el TLCAN? ¿Debemos tratarlos como bestias, y
así bestializarnos a nosotros mismos al adoptar la perspectiva racista
del loco de la Comisión Trilateral Samuel Huntington, quien alega que los
hispanos son el enemigo principal de EU?
Éstas son algunas de las cuestiones binacionales decisivas que
estarán en juego en las próximas elecciones en
México.
Que ambas naciones vuelvan a mejores tiempos. A fines de los 1970, cuando
José López Portillo era el Presidente, México propuso usar
los enormes depósitos petroleros que acababa de descubrir para
industrializar totalmente a la nación y mejorar el nivel de vida de su
población, en colaboración con EU. Lyndon LaRouche, ya entonces un
connotado estadista, instó al Presidente de EU, Ronald Reagan, a aceptar
la oferta de López Portillo y a llegar a un acuerdo de intercambio de
petróleo por tecnología, que pudo haber resultado en pedidos de
bienes de capital para los productores estadounidenses por un valor de 100 mil
millones de dólares, ayudando a la vez a transformar a México en
un vecino estable, seguro y próspero.
LaRouche se reunió en la Ciudad de México en mayo de 1982 con
López Portillo, quien favorecía la iniciativa, para hablar sobre
la misma y sobre la inminente crisis de la deuda. El presidente Reagan
también era favorable a la idea, pero Wall Street y su sicario Henry
Kissinger no; emprendieron una guerra financiera contra del Gobierno de
López Portillo con un ataque especulativo contra el peso mexicano, y una
vez que terminó el sexenio de López Portillo en diciembre de 1982
forzaron al país a someterse a la servidumbre del FMI.
En las dos décadas siguientes la producción de la
economía física del país ha caído más de un
tercio; el desempleo real afecta a casi el 50% de la fuerza laboral; se ha
privatizado la mayor parte de los haberes del estratégico sector estatal,
y desmembrado a las principales instituciones nacionales del
país.
Donde antes campeaba el optimismo orgulloso, México ahora carga con
una pobreza atenazadora y un profundo pesimismo cultural. Donde un verdadero
patriotismo creaba una nación integrada para todos los mexicanos, ahora
los banqueros sinarquistas y sus secuaces locales arrastran a la nación
de vuelta a la división entre gobernantes oligarcas y peones oprimidos,
como la que existió bajo Maximiliano de Habsburgo, el emperador impuesto
de mediados del siglo 19.[FIGURE 401]
Fue el Gobierno de Lincoln en EU —guiado por las pautas que primero
concibió John Quincy Adams, de hacer de las Américas una comunidad
hemisférica de naciones soberanas— el que ayudó a liberar a
México del dictador Habsburgo, y a restablecer al legítimo
presidente de los mexicanos Benito Juárez. La consigna de EU era:
“Haz prosperar a tu vecino”.
Luego, a fines de los 1920, emergió el Estado nacional mexicano
moderno, al terminar la rebelión religiosa de los cristeros y con el
sometimiento a regañadientes de éstos, un engendro del
sinarquismo, a una suerte de Tratado de Westfalia. Con eso pudo empezar en serio
a construirse la nación, lo que aceleró en los 1930 y 1940 con la
ayuda del Gobierno de Franklin Roosevelt, en particular por la amistad de
éste con el Gobierno de Lázaro Cárdenas en México.
Una vez más fue la política de “Haz prosperar a tu
vecino”, también conocida como la política del “Buen
Vecino” de Roosevelt.
Ahora México se acerca a unas elecciones federales decisivas, en
condiciones de una crisis nacional e internacional sin precedentes. De nuestro
lado de la frontera, lo mejor que podemos hacer para ayudar a nuestro vecino
más cercano es restaurar a EU a su verdadera misión: promover en
las Américas un sistema de repúblicas soberanas desarrolladas.
Tenemos que regresar al enfoque de Quincy Adams, Lincoln y Franklin
Roosevelt.
En los últimos dos años Lyndon LaRouche ha vuelto a llamar de
modo urgente al desarrollo transfronterizo de México y EU, mediante la
construcción de grandes obras de infraestructura en el Gran Desierto
Americano, el cual se extiende por las dos naciones. En reuniones
públicas y privadas realizadas desde Monterrey, México hasta
Washington, D.C., LaRouche ha presentado la perspectiva de cómo tomar lo
que son hoy páramos áridos, y hacer que florezcan con actividad
económica productiva a través de grandes obras de infraestructura
tales como sistemas hidráulicos, ferroviarios y energéticos de
tecnología avanzada. Dicho enfoque tipo “Super TVA”
servirá de motor para que de nuevo ambas economías regresen al
camino del desarrollo industrial, e infundirá un nuevo sentido de
optimismo, dignidad y verdadero patriotismo en EU y México. Como tal,
servirá de modelo para que EU establezca relaciones similares con el
resto de Iberoamérica.
Este enfoque de desarrollar las economías físicas de
EU y México —y de hecho, del mundo entero— es la única
salida que hay al actual gran crac financiero de 2005. No nos queda de
otra.
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