“El
empleo que necesita el país debe ser empleo bien remunerado y bien
productivo, en el sentido de la creación de riqueza tangible útil.
Las microempresas, empresas tan pequeñas que hay que observarlas con un
microscopio, no sirven para explotar nuestros recursos naturales como el
carbón, el petróleo, el gas natural, el uranio, las rocas
fosfóricas. Fundamentar un programa para el país en la
microempresa significa permitir que la explotación de nuestros recursos
esté al designio de multinacionales, que hasta financian grupos
guerrilleros, mientras nosotros nos ilusionamos con los carritos de dulces, los
puestos de arepas y bocadillos, como si esto fuera nuestro supuesto modelo
autónomo.
“Las
microempresas, y lo que algunos llaman industrias de poco capital e intensivas
en mano de obra, en realidad aparentemente emplean más población
pero con un nivel salarial inferior, lo que significa que más gente tiene
que trabajar por la misma cantidad de ingresos.
“Ésa
es la misma mentalidad monetarista y usurera que expresan todos aquellos que
arman alharaca y advierten que la manera de crear empleo es eliminando
prestaciones sociales, para tener de esa manera más gente trabajando pero
a costa de disminuir la remuneración por trabajador. Ésa fue la
idea de Hitler, quien le dio a todo el mundo empleo en los campos de
concentración, donde no tenía necesidad de pagar salario alguno
porque la gente estaba sin alimentación esperando la muerte.
“La
razón por la cual la microempresa no puede asegurar buenos salarios es
por su baja productividad. Si se usa tecnología moderna y avanzada, la
productividad es mayor; es decir, cada trabajador produce más cantidad de
productos con menor esfuerzo y las empresas están en una mayor
posibilidad de dar mejores salarios a los trabajadores.
“Es
por eso que la UTC y UTRABOC han defendido en numerosas ocasiones la
iniciación de grandes proyectos de desarrollo económico como el
canal interoceánico a nivel Atrato–Truandó. Más
importante aun que la cantidad de personas que se emplean directamente en la
construcción y en el manejo del canal es el aumento en productividad que
aportaría a toda la economía. Pensemos en que la
construcción del canal crearía las bases para un asentamiento
inicial de por lo menos 250.000 personas, que tendrían diversos tipos de
empleos en proyectos económicos que aquí se han descrito, que no
tendrían ninguna posibilidad en caso de no construirse el canal. Pensemos
que con el canal estamos integrando a una región del territorio nacional
a la economía nacional”.
Su toma de
posesión como ministro de Trabajo
2 de
septiembre de 1985: en su ceremonia de juramentación como nuevo
ministro de Trabajo de Colombia, Jorge Carrillo habló ante cerca de 1.000
invitados y simpatizantes, entre ellos el presidente Belisario Betancur, al
tiempo que 5.000 sindicalistas, en representación de casi todas las
federaciones sindicales del país, expresaban su solidaridad afuera del
palacio presidencial, donde tenía lugar la ceremonia. Este fue su
discurso:
“Hay
quienes dicen que no podemos hacer grandes cosas porque somos un país
pobre y vivimos en una vecindad igualmente pobre. Otros se preguntan qué puede hacer el Ministerio de Trabajo con sus limitados recursos. Yo afirmo que,
efectivamente, en la actualidad tenemos muchas carencias. Sin embargo, todo lo
que necesitamos para nuestro desarrollo lo podemos construir si utilizamos el
potencial de riqueza que representan nuestros desempleados.
“Definitivamente
este Ministerio tendrá como prioridad alentar la creación de
empleos productivos. Todo colombianos tiene derecho a un trabajo digno.
Ningún compatriota debe sufrir la condena de tener que sobrevivir
vendiendo cigarrillos extranjeros en la Carrera Séptima.
“La
soberanía de la nación debe estar sustentada en las grandes obras
de infraestructura como los ferrocarriles, las carreteras, los puertos, las
plantas hidroeléctricas y el canal interoceánico
Atrato–Truandó, obras éstas que los colombianos tendremos
que construir.
“La
eficacia de estos métodos para alcanzar el desarrollo, para multiplicar
la potencia del trabajo, ya ha sido demostrada contundentemente por otras
naciones. En medio de la peor depresión económica que
afligió al mundo en la década de los treinta, los Estados Unidos
forjaron su actual base industrial mediante la construcción de grandes
obras.
“Llevar
adelante la realización de estos grandes proyectos asegurará el
cumplimiento del Artículo 17 de nuestra Constitución: ‘El
trabajo es una obligación social y gozará de la especial
protección del Estado’.
“Sólo
en la mente de algunos pocos se puede concebir un enfrentamiento a muerte entre
el capital y el trabajo. Ni los trabajadores, ni este ministerio tiene como
enemigo al capital que se invierte y crea empleos en el país. El
único enemigo de los trabajadores es la especulación que destruye
al trabajo a la vez que imposibilita la inversión productiva del
capital.
“A
la luz del Artículo 30 de la Constitución nacional, según
el cual ‘la propiedad es una función social que implica
obligaciones’, hago desde ya un llamado a los empresarios para que
presenten propuestas concretas para la creación de nuevos empleos. El
país está ansioso de escuchar estas iniciativas.
“Como
lo expresa sabiamente el papa Juan Pablo II, en su encíclica sobre el
trabajo humano: el trabajo es un bien del hombre, es un bien de su humanidad,
porque mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza
adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí
mismo, como hombre, es más, en un cierto sentido se hace más
hombre.
“Por
todo esto, nuestra deuda es con los trabajadores, con los desempleados, con
todas las generaciones de colombianos, no sólo con las actuales, sino
también con las que nos precedieron y con las que vendrán
después.
“Esa
deuda, lo prometo, la honraremos”.
Su combate contra
el FMI, las drogas y el sida
Octubre
de 1985: el ministro de Trabajo Carrillo dio el siguiente discurso en la
Conferencia Interamericana de Ministros de Trabajo que tuvo lugar en Costa
Rica:
“Para
pagar el servicio a la deuda hemos contraído la economía real, en
forma que la quiebra de industrias y el desempleo crecientes se han convertido
en el caldo de cultivo apropiado para desencadenar una hecatombe social de
consecuencias imprevisibles. Nuestros partidos políticos y nuestra
democracia son desestabilizados por los ‘programas de ajuste’ y las
condiciones de las instituciones financieras. En este tipo de situaciones todos
los extremismos encuentran terreno fértil. Lo más terrible es que
las medidas que se han implementado, aparte de ser de corto plazo, sólo
han tenido en la mira generar recursos para pagar el servicio de la deuda
externa, sin considerar para nada las necesidades de inversión y el
consumo de la población.
“Los
rectores de las finanzas internacionales podrán pensar que se puede
mantener este tipo de política impunemente. La verdad es que estamos al
borde de alcanzar un punto de inflexión, en el que el descenso en espiral
que hemos tenido se acelerará aún más. Ni nuestra biosfera,
ni nuestras instituciones sociales y políticas aguantarán este
deterioro. Lo que presenciamos no es otra depresión como la de los
años 30. Lo que permitimos que ocurra es algo sólo equiparable a
la peste negra que en el siglo 14 acabó con la mitad de la
población europea. El letal SIDA es sólo un anticipo de lo que
está por venir. Si nos obstinamos en defender y justificar la usura, no
seremos moralmente aptos para sobrevivir, y efectivamente no
sobreviviremos.
“En
lo tocante a las debilidades estructurales internas de nuestras
economías, el principal problema es la estructura colonial de nuestra
producción. A pesar de las guerras de independencia que se libraron a
principios del siglo pasado, en esencia seguimos produciendo materias primas que
se exportan sin mayor elaboración. Salimos de manos de los
españoles para caer en las garras del libre cambio
inglés”.
Armonía de
intereses
18 de
octubre de 1985: “Soy un apasionado defensor de la idea de progreso
que sirve de pilar a nuestra civilización occidental, idea que se expresa
sabiamente en el precepto del Génesis: ‘Fructificad y
multiplicaos: llenad la tierra y sojuzgadla’. En estas breves pero
profundas palabras se resume toda una filosofía optimista de la vida. El
hombre, al ser creado a imagen de Dios, posee una mente creadora la cual debe
emplear para transformar y expandir el universo. El hombre está
moralmente comprometido a realizar avances tecnológicos que son un
reflejo del progreso científico. Cada ser humano, si se le provee con las
condiciones de vida y cultura apropiadas, con su actividad, con su trabajo,
incrementa el potencial para sostener la población.
“Debemos
reflexionar que no sólo se trata de generar empleos en cantidad, sino que
los nuevos empleos tendrá que ser más calificados que los que
existen en los actuales momentos. El empleo no sólo debe cubrir el
derecho que tiene todo ser humano a trabajar. El trabajo debe hacer progresar
tanto la economía como al trabajador”.
24 de
octubre de 1985: “Como bien lo explica el Papa Juan Pablo II, el
trabajo humano es la actividad a través de la cual el hombre interviene
en forma eficiente en el universo. Puesto que nuestra existencia
biológica es efímera, sólo a través de lo que
leguemos a la sociedad en el arte, la política, la ciencia, o la
actividad cotidiana en la fábrica, es que podremos darle eternidad a
nuestra propia existencia”.
29 de
noviembre de 1985: “Es necesario llevar a cabo una política de
armonía de intereses como la que impulsara Henry Carey, el asesor
económico de Abraham Lincoln. Sólo una alianza para la
producción entre industriales, agricultores y trabajadores puede defender
el interés fundamental de la República”.
2 de
diciembre de 1985: en un discurso que dio en la ceremonia de apertura del
Consejo de Salarios, dijo: “Como explicara Leibniz en el documento Sociedad y Economía, hay un monto por debajo del cual se deteriora
la calidad del trabajo. En realidad el trabajo barato no es trabajo menos
costoso. El trabajo barato es trabajo menos productivo. Mantener y mejorar la
capacidad adquisitiva de los trabajadores de menor ingreso no es simplemente un
asunto elemental de justicia social, es además saludable desde el punto
de vista económico para que nuestros deprimidos marcados se reactiven.
Para la democracia misma sería nocivo que los trabajadores de salario
mínimo tuvieran que soportar dolorosos y vanos procesos de
ajuste”.
7 de
diciembre de 1985: “Dentro de la ortodoxia de la doctrina
librecambista, el salario mínimo constituiría una
aberración o imperfección del mercado. Si siguiéramos esa
teorías monetaristas, tendríamos que eliminar el salario
mínimo y dejar que ‘libremente’ las fuerzas del mercado
determinen el precio del salario de acuerdo a la oferta y la demanda. Si
escucháramos esas voces, tendríamos que acabar con el
Código Sustantivo del Trabajo, pues también constituiría
una violación a las fuerzas el mercado.
“No
por el hecho de rechazar el colectivismo marxista debemos casarnos con
arbitrariedades que efectivamente ocurren y que son causadas, no tanto por el
sistema capitalista, en tanto impulsor del desarrollo industrial y
científico, sino por la adherencia al principio de darle
justificación y validez económica a la usura en todas sus
formas”.
La unidad contra
el libre cambio y la usura
28 de
marzo de 1986: EIR le preguntó lo siguiente a Carrillo en una
entrevista:
EIR: ¿Cómo ve el panorama de la posible unidad continental de los
trabajadores para enfrentar o resolver el problema de la deuda externa en el
continente?
Carrillo: Yo tengo informaciones de que los problemas que afectan a nuestras naciones
están haciendo el milagro de unir a los trabajadores en un sólo
propósito, desde México hasta la Argentina. No hay duda de que esa
unidad va a ser realidad a corto plazo, y de que vamos a tener un movimiento
sindical en Iberoamérica, decidido a dar la gran batalla por la
supervivencia de nuestras poblaciones.
15–17
de noviembre de 1986: unos 2.000 delegados de 44 sindicatos, que representan
el 80% de la fuerza laboral organizada de Colombia, se reunieron en
Bogotá para consolidar la creación de una nueva
organización obrera apartidista, la UTC. Su presidente fue el ex ministro
de Trabajo Carrillo. En su intervención en la conferencia de
fundación, Carrillo dijo:
“Pesa
sobre nuestras economías una deuda externa de cerca de 400.000 millones
de dólares, catalogada de impagable por su exorbitante crecimiento, por
la opresión económica a que estamos sometidos, por la
acción expoliadora de la oligarquía financiera transnacional. El
fardo de la deuda externa hace que cada latinoamericano sea un
deudor. . . condenado a sacrificar sus posibilidades de mejoramiento
con tal de cubrir puntualmente la carga del endeudamiento".
“En
el caso concreto de Colombia, los últimos tres lustros la canasta
familiar creció en su valor 30 veces”.
Su alianza con
LaRouche
6 de
mayo de 1999: Carrillo dio un discurso en una conferencia que EIR organizó en Bogotá, Colombia, titulada “Ante el desplome
financiero, la nueva OTAN amenaza al mundo”.
“¿Qué
hacer entonces? Yo recuerdo que hace unos nueve años leí a Henry
Carey, uno de los economistas que influyó en Lyndon LaRouche. Carey
decía que para que un país salga adelante se requiere una
armonía de intereses, una comunidad de intereses entre trabajadores,
agricultores, científicos e industriales. Y decía que en el
momento en que uno de estos sectores intentara saquear a algún otro
sector, quien terminaba saqueando a todos los sectores era el sector financiero
especulativo. Eso es lo que pasa hoy en el mundo, es algo muy grave, tan grave
que tiene moribundo al sector productivo.
“El
sector empresarial no puede creer que va a salir adelante saqueando a la mano de
obra, pagándole cada vez menos por su trabajo, y disminuyendo así
el mercado interno. Si mejoramos el salario de los trabajadores, vamos a
fortalecer el mercado interno. Si en Colombia tenemos más de 42 millones
de personas, ¿cómo no vamos a tener un mercado interno grande y
fuerte?
“Carey
insistía en que mientras un sector esté pensando solamente en
saquear al otro, lo que ocurre es que de entrada alguien viene y nos saquea a
todos. Así se vienen aplicando las recetas del Fondo Monetario
Internacional (FMI) que establecen que hay que seguir privatizando, mejor dicho,
piratizando. Es la piratización que estamos sufriendo de parte de las
empresas multinacionales. Y es un doble saqueo, porque el ingreso que recibe el
país por las piratizaciones sirve tan sólo para abonar un poco al
pago del servicio de la deuda. Se trata de un cambio de deuda por
activos.
“Si
pusiéramos en práctica las enseñanzas de Carey, de la
armonía de intereses entre el empresario, el trabajador, el agricultor y
el científico, sacaríamos adelante a nuestro país. Con este
concepto de la armonía de intereses, debemos crear un movimiento que
aglutine a toda la población en contra de la usura. La población
no se siente representada por los partidos políticos, tampoco por las
élites, y mucho menos por los gobiernos, que cuando llegan al poder por
el voto popular hacen todo lo contrario de lo que habían
prometido.
“Debemos
crear un Frente de Reconstrucción Nacional, que vaya creciendo como
ocurrió con el Ejército libertador en la época de la
Independencia. Y éste es un concepto que se aplica en muchas partes, no
solamente en Colombia, de tal manera que se augura que el próximo siglo
será un siglo humanista. Tenemos que asegurar el surgimiento de un nuevo
renacimiento cultural que salve a la humanidad e impida un retorno al
barbarismo. No podemos quedar en manos de estos locos que manejan la OTAN y el
FMI, que creen que matándonos todos los días a través del
hambre y de la guerra podrán mantener su imperio de pies de
barro.
“Como
lo ha propuesto el estadista norteamericano Lyndon H. LaRouche y su esposa Helga
Zepp–LaRouche, es hora de establecer un nuevo orden económico
internacional justo, un Nuevo Bretton Woods. Esto era lo que yo quería
transmitirles esta noche”.
‘No’ a
la globalización
24 de
septiembre de 2004: dirigió una carta al congreso de la
Confederación General de Trabajadores democrática:
“Uno
de los efectos de la globalización de la usura fue la disminución
global de los salarios. A los trabajadores norteamericanos que tenían y
aún tienen los salarios más altos, se les dijo que tenían
que aceptar bajar los salarios porque, de lo contrario, las empresas
norteamericanas se irían a México, en donde no tenían que
pagar 20 dólares la hora, sino tan sólo un dólar la hora.
En México se impuso el modelo de las maquilas que no es otra cosa que
producir para el exterior, no para satisfacer las necesidades de consumo
nacionales. Pero a su vez a los mexicanos se les dijo que bajaran sus salarios o
de lo contrario las empresas ‘generadoras de empleo’
buscarían establecerse en China, donde podrían pagar salarios de
tan sólo 10 centavos de dólar la hora.
“Por
supuesto que Colombia no fue la excepción. Aquí tuvimos la
apertura en 1992, se vendieron empresas estatales, se eliminó el control
de cambios, se bajaron todos los aranceles de importación. El faltante
generado porque el Estado renunció a este impuesto fue cubierto con el
IVA. La actividad sindical ahora es mucho más difícil porque el
mayor empleo está en el sector informal, y por las modalidades de
contrato de corto plazo y los contratos de prestación de servicios que
ahora se estilan. El movimiento sindical hace bien en combatir esta terrible
tendencia hacia una nueva esclavitud.
“La
deuda actual del gobierno nacional con los banqueros extranjeros y colombianos
es el costo de la ‘apertura’. Esa deuda es un subsidio que el Estado
le da a los banqueros. En el discurso que pronunció el presidente
Álvaro Uribe Vélez en el Meta, manifestó que el servicio de
la deuda se come más del 40% del presupuesto nacional. En realidad el
pago del servicio de la deuda es el único renglón del presupuesto
que ha crecido, cuando los banqueros nacionales e internacionales exigen que se
recorte el presupuesto jamás piensan que el único sector del
presupuesto que se debiera cortar es ése precisamente.
“Ahora
estos usureros dicen que, como a pesar de los recortes en el presupuesto, a
pesar de los mayores impuestos, la plata no alcanza para pagar los servicios de
la deuda, entonces proponen que el Estado se apropie de las pensiones de los
trabajadores para que el Estado cumpla con el servicio de la deuda. Estoy seguro
que si uno hace un estudio detallado de la deuda externa e interna de Colombia,
puede concluir que esa deuda se ha pagado varias veces, de la misma forma en que
todos los usuarios del UPAC y del UVR, que en un plazo de 15 años
terminan pagando seis o más veces el valor del crédito
inicial.
“Colombia
y el mundo necesitan un sistema financiero que le sirva a la economía
real, que le sirva a la producción, que le sirva al verdadero intercambio
de bienes y servicios, que garantice un mejoramiento del nivel de vida de la
gente, y no al revés como ocurre ahora: un sistema financiero voraz que
aplasta naciones y poblaciones. El mundo se está dando cuenta que el
modelo actual ya no da más y que hay que hacer un cambio en él,
que se valore el trabajo, las innovaciones tecnológicas, la productividad
física real, la educación y la salud de la
población.
“El
Estado no puede abandonar la salud, la educación, ni la infraestructura.
El Estado tiene la obligación de dirigir la economía para mejorar
continuamente los niveles de vida de la población, porque el objetivo de
la economía no es enriquecer a unos cuantos, sino sostener la especie
humana en condiciones cada vez mejores. El objetivo es el bienestar
general”.